lunes, 30 de abril de 2012

Capítulo 12. Otro fin más.

- ¿No te acuerdas de mí?

Me doy vuelta y no me lo puedo creer, es él, el socorrista, el vigilante, ese hombre al que llevo más de un año sin ver, del que ya creía tener olvidado, pero no. Ahora que lo tengo enfrente me doy cuenta que no, y mi cabeza, intenta negarlo, razonar, hacerme creer lo que ya creía que sabía, que fue una tontería, pero mi alma, mi corazón, me dice que no, que esos ojos algo tienen, algo que me pertenece. Y todo esto se me pasa por la cabeza nada más verlo, en milésimas de segundo, y entiendo que esta vez no está Jenni, y que la que tiene que hablar soy yo.

- ¡Claro que si! ¿Como estás?
- Muy bien, aquí que he terminado de echar un partido.
- Me alegro de que estés bien - estaba radiante de felicidad, y no podía ocultar mi sonrisa de tonta -.
- Te veo feliz.
- Sí, parece que hoy es mi día.
- Por cierto, ¿y Jenni?
- No ha venido, se ha quedado con su novio en casa - mentí -.
- ¿Y tú? ¿No tienes novio?
- No tengo por qué contestarte.
- Sin embargo si me das información de tu amiga.
- Mira, no quiero ser borde pero, vete un poquito a la mierda.

Y me di la vuelta para irme, enfadada, pero solo me dio tiempo a dar dos pasos, el me cogió el brazo y me giró.

- ¿Puedes soltarme? Me estás haciendo daño - le dije -.
- ¿Y tu puedes dejar de ser una estúpida?
- Sueltame.
- Dile a tu amiga que nos deje solos un momento.

Me lo pensé unos segundos, cortos, pero intensos, se me pasó de todo por la cabeza, pero le miré fijamente a sus ojos, grandes, profundos, oscuros, y me decidí.

- Belén, déjanos solos un momento.
- ¿Por qué siempre eres así conmigo? - me dijo cuando mi amiga ya se había alejado -.
- Nunca hemos hablado.
- Sí, una vez en la playa, y ahora.
- En la playa no fui borde que recuerde.
- Pero nunca hablabas, siempre tenías el ceño fruncido, con cara de mosqueo.
- Cosas mías, yo sabré.
- ¿Y ahora? ¿A qué ha venido eso?
- A que das a entender cosas absurdas.
- ¿Como qué?
- No sé, todo está siempre relacionado con Jenni.
- ¿Y te molesta?
- ¡Vamos por favor! No te conozco de nada, es más, no sé que hago aquí hablando contigo, ni porqué te estoy dando explicaciones.
- Llevas razón, vete.
- ¿Perdona? ¿Me estás echando de un lugar público? - le repliqué -.
- No, te estoy echando de mi lado.
- Eres tú el que se ha acercado, eres tú el que me ha cogido el brazo para que me quedase, ¿de qué vas?
- Eres tú con la que no se puede hablar.
- No me sujetes ahora, porque te meto una hostia, vete a la mierda.

Y me di la vuelta, con la esperanza de que volviera a ocurrir. Pero no, llegué hasta el banco donde estaba sentada Belén. Y me quedé de pié, delante de ella, de espaldas a la fuente. Pensando, en como me había cogido el brazo, en como me había mirado, en todo, en por qué coño siempre utilizo de coraza, la mala leche, porqué tendré que ser tan borde, y me odio mucho. Me odio, porque en un año y pico, no me lo había logrado sacar de mí, y yo creía que sí, que después de por fin verlo, lo único que había echo había sido empeorarlo, le podría haber preguntado en qué pueblo estaba, y haber ido un fin de semana con mi madre.

- ¿Está mirando? - le pregunto a Belén -.
- No, está hablando con sus amigos otra vez.
- Soy gilipollas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario