martes, 14 de agosto de 2012

Capítulo 24.

Ya es de día. El despertador, ha echo que me ponga en pié. No puedo soportar el dolor de cabeza que tengo, quizás la culpa de que me sienta así, sea el insomnio, las lágrimas... Me miro al espejo, tango el pelo alborotado, y los ojos morados. Nunca había tenido tantas ojeras. Mi madre entra en mi habitación, y tras ver mi aspecto, no me hace ningún interrogatorio intensivo, como el que me suele hacer cuando le digo que estoy enferma y no voy al instituto. Esta vez, una imagen vale más que mil palabras. De echo, las palabras sobran. Ella se va a trabajar, y mis hermanos a estudiar. No he pegado ojo en toda la noche, ni un minuto si quiera. Llevo desde la noche anterior sin dormir, y eso hace que, aunque yo no quiera, me quede dormida.
Me despierta mi madre a golpecitos en el hombro. Abro los ojos desconcertada aún. ¿Es de noche? Casi. He estado durmiendo todo el día. Mi madre me trae el teléfono de casa. Es Belén, dice. Cojo el teléfono y, tras unos saludos, unos ''Cómo estas?'' y demás, empieza a contarme. Se me había olvidado por un momento que ella esta tarde iba a ir a hablar con Alejandro, se me había olvidado que estaba castigada, que el estaba enfadado y dolido conmigo por culpa de Jenni. Y empieza a contarme, mientras yo guardo silencio, espectante.
- Pues verás... Ante todo, te lo digo, porque mereces toda la verdad, igual, si él está actuando así, no te merece... No se merece que llores más... En el camino a casa, he pensado mucho si contártelo todo al cien por cien, y he llegado a la conclusión de que sí, que lo debes saber todo... He bajado sola a Playa Azul, y lo primero con lo que me encontrado, ha sido a Alejandro sentado en las escaleras de la caseta con Jenni... Los he observado un poco sin que ellos me vieran, a ver si veía algo extraño, pero tranquila, porque no, ni se han tocado. Luego, al acercarme, cuando Jenni, me ha visto, ha bajado muy contenta a saludarme... Yo le he quitado la cara para que no me diera dos besos, y le he dicho que ya hablaríamos en privado. Luego, al mirar a Alex, tenía el semblante muerto, perdido, los ojos hinchados, se le notaba que había llorado bastante. La mirada triste, dolida... Le he dicho que si podía hablar con él en privado, pero me ha soltado un no rotundo, que por favor, si venía a hablar de ti, que me fuera, que no quería saber más del tema de lo que sabe. Yo le he insistido en que todo lo que le ha contado Jenni es mentira, que por favor, que me escuchara. Pero el me ha sonreído forzosamente, preguntandome que si era muy buena amiga tuya, haciéndome creer que, como somos amigas, yo te defendería con mentiras. He seguido insistiendo, pero nada, se ha empezado a poner nervioso, sus ojos empezaban a aguarse, y me ha pedido por favor que fuera. Clara, no he podido hacer nada, lo siento amiga. Pero sinceramente, creo, que, si tu hablas con él, te escuchará. Sé que lo has intentado y te ha colgado, pero si bajas, y os miráis a los ojos... Un tío no está así del mal por un capricho, el siente algo fuerte, lo he notado. Y si siente algo fuerte, debe darte la oportunidad de creerte...
Le cuelgo el teléfono sin aportar nada, seguramente, ella se habrá quedado piyada. Tras toda esa charla, no he dicho nada, solo he colgado, no me salían las palabras... Solo quería llorar. Soltar el nudo en la garganta que tenía. Y, cuando me sereno un poco... Me invento la escusa, de que Belén me había llamado para decirme que, pasado mañana, teníamos un exámen, que el profesor lo había dicho de sopetón, y que necesitaba estudiar con ella todo lo que habían dado en el dia de hoy.
- Pero Clara hija, que son casi las nueve de la noche. Y mírate la cara, estas fatal.
- Mamá, ese exámen es importante.
- Está bien, ve.
En otras circunstancias, me hubiera vuelto loca eligiendo lo que me pondría. Peinándome, y maquillándome. Pero mis fuerzas y mi ánimo, no me lo permiten. No me apetece. La media hora de camino se me pasa volada, voy sin pensar en nada. Llego. Y lo veo sentado en la orilla, con los puños incados en la arena, mirando la puesta de sol. Me acerco sigilosa, y me siento a su lado. No sé si habrá percatado de mi presencia o no, pero él, ni me mira, tiene sus ojos clavados en el horizonte. Es verdad, lo que me ha dicho Belén, los tiene cansados, agotados por el llanto. Dolido.
- Hola - me decido a decir -.
- Te dije que no vieras por aquí - dice sin mirarme -.
- Lo necesitaba .
- Clara, vete...
- No, sin que antes me expliques lo que esa te ha dicho.
- La verdad.
- ¿Y cómo sabes que es la verdad? ¿Cómo eres capaz de creertela a ella antes que a mi?
- Porque todo lo que me ha contado encaja.
- Dímelo por favor...
- Dice que yo soy solo una apuesta, que tu siempre te andas apostando a los chicos, con amigas, y que esta vez la apuesta había sido entre tu y Belén... Y un día, discutiendo con Jennifer, porque ha ella no le gustan estos juegos, le partiste el brazo, para que dejara de entrometerse... - una lágrima empieza a recorrerle el rostro, una tras otra... Pero llora en silencio -.
- Y te lo has creído - digo forzando una sonrisa irónica -.
- Siempre me creo la verdad.
- Pues esta vez te equivocas, Alejandro... La única verdad que te ha dicho, es que le partí el brazo. Y no lo hice por defenderme, lo hice por defender lo nuestro. Ella es la que siempre se pone en mitad de algún chico y yo. Y esta vez no lo consentí, no quise. Y ella, ha aprovechado la ocasión de que mi madre me ha castigado, porque descubrió que lo de que me quedé a dormir en casa de María era mentira.
- Ya...
- No puedo creerme que creas que esto es mentira. Joder... ¿Y por qué se supone, que te ha dicho que estaba casigada?
- No estas castigada, simplemente, como es una apuesta y ya has ganado, quieres darme largas, porque no estas segura de si me quieres echar algún polvo.
- Alex - digo sonriendo -.
- Que.
- Soy virgen. 
Se queda callado. Esta vez si me mira. Los dos sabemos que este no es el momento de demostrarlo, pero llegará. O eso creo. El me dice, que todabía no sabe si se fia de mi, que en el amor, le han echo mucho daño, y le cuesta mucho confiar en mí. Pero, al menos, consigo arrebatarle un abrazo, un abrazo sincero, estrecho, profundo... Y me voy, con una tímida sonrisa, y una lágrima, de felicidad, tal vez. Pero, cuando estoy casi saliendo de la cala...
- ¡Clara! ¡Clara! - dice corriendo hacia mí y gritándo -.
- Dime.
- No te vayas, estaba deseando escuchar una escusa, no puedo evitar creerte - dice jadeante -, quédate a dormir por favor.
La escusa que me pone, es que es de noche ya. Y que, una vez me llevé un susto, y suerte que fue en esta playa, y estaba él. Pero no quiere que me pase nada en el camino. Y, tras meterle una trola a mi madre, diciéndole que me quedo en casa de María a dormir, y esta creerselo, llega la reconciliacion entre Alex y yo. Dulce reconciliación...

Capítuo 23.

Me tumbo boca abajo con la cara hundida en la almohada. ¿Y ahora qué? Pues yo que sé, tengo que llamar a Alejandro como sea. Ya está, lo haré desde casa. ¡Mierda! Solo tengo su número en la agenda del móvil. Pffff. Tengo que llamar a Jenni, aunque si se entera, de que al final bajé a Playa Azul, ni me lo dá. ¿Qué hago? Pues llamaré a Alba a ver que aconseja. Antes de contarle lo del castigo, empiezo por el principio, por lo de que Jenni me ''prohibió'' que bajase, que bajé, y después lo del beso, lo de las caricias, los juegos, que me quedé dormida, y el desayuno, los mensajes de por la tarde, lo de que no quiere que se entere nadie, y de que, pese a ese pequeño detalle, estoy feliz. Feliz por él, pero mí también. Ella se queda paralizada, no le gusta mucho lo que le acavo de contar, aunque lo respeta.
- No... me... lo... puedo... creer...
- ¡Alba! Que tampoco estoy haciendo nada malo.
- Te vas a acostar con un tío que aparenta exactamente la misma edad que tu padre.
- No seas exagerada... Además me dijo que tenía veintitrés. ¡Y no hago esto para acostarme con él, que poco me conoces entonces!
- A tí si te conozco, lo que no conozco son las intenciones de ese tipo.
- Bueno, no te he llamado para que me eches el sermón - le digo bastante enfadada - necesito que Jenni me dé su número, pero... ¿Se lo cuento todo?
- Yes. Tiene que darse cuenta de que ella no va a ser la superior siempre, que esta vez, has ganado tu, con tus propias armas, cuéntale incluso que coqueteó con ella por darte celos. Azlo, Clara. No puede salirse siempre con la tuya. Que pruebe de su propia medicina, pero díselo, justo después de que te su número.
- ¿Y cómo se lo pido?
- Dile que tu madre te ha castigado sin móvil, pero que quieres recuperar tus números de contacto, y como sois muy amigas, ella tiene la mayoría de números que tu también tenías.
- Alba. Me das miedo. 
Carcajadas. Es mi prima, mi fiel amiga. Si, me da miedo, pero es irónico, no es miedo, es... Sorpresa quizás. ¿Cómo sabe mentir tan bien? ¿Qué mas da? Me apresuro a llamar a Jenni, ella, al principio, esta secante, me pregunta que si ayer bajé al final, le digo que no, intento que se note lo menos posible que le he mentido, ella siempre me pilla, pero curiosamente, esta vez no. Uff. Menos mal. Me está leyendo los contactos de su agenda, y yo, le voy diciendo los que me interesan y los que no, ya aprovecho, y los apunto, por si los necesito para algo. Y llega al final. Trago saliva.
- Vigilante - dice esta vez seria -.
- Si - contesto al otro lado de la línea cerrando los ojos -.
- ¿Este también?
- Si.
- ¿Y para que lo quieres? ¿Lo vas a llamar?
- Jenni... No empecemos, por favor. No, no lo voy a llamar, pero es un ''por si acaso''
Tras pensarselo unos segundos, cede y me lo da. Uff... Y ahora viene lo peor. Contárselo todo. Lo haré solo por encima sí, no entrando en detalles. Bueno si, lo haré por encima, pero entrando en los detalles que más le hieran, justo como hacía ella conmigo. Alba lleva razón, tiene que ver, que no siempre ella sería la ganadora.
- Jeniffer...
- ¡Uy! - me interrumpe -.
- ¿Qué?
- Me conozco tus ''Jeniffer''.
- Tengo algo que contarte.
- Ayer bajaste ¿verdad?
Sí bajé. Le suelto de repente. Y para mi sorpresa, ni grita, ni se pone histérica. Y le cuento, que tras unas dulces palabras y miradas, me besó. Y que en el agua hubo más besos. Y que me dormí abrazada a él, como solo pasa en las películas. Que me contó que su acercamiento a ella, fue solo para darme celos. Cada vez, cuento más y más rápido, me desahogo, me siento libre, sin cargas. También le cuento lo del castigo. Pero cuando termino de contarselo, ella se limita a decir un '' enhorabuena, el perrito para tí, guapa ''. Y me cuelga. Cierro los ojos unos instantes, nunca me ha gustado ser vengativa, pero no lo hago por venganza, ni rencor, lo hago para darle una lección, a ver si así cambia un poquito. Sí, lo hago por ella. O eso quiero pensar yo. Y después de un minuto o dos reflexionando, y pensando en ella, y sintiendo, que, pese a todo, me duele, que esto a ella le duela, y, que la quiero mucho, decido llamar a Alex, para decirle que estoy castigada. Marco. Un segundo de espera. Y... ''pi, pi, pi'' Comunica. Se pasan cinco minutos, y sigue comunicando. Diez. Veinte, lo mismo. ¿Con quién hablará tanto? No puedo evitar sentir un punzonado. ¿Celos? Será eso. Y pese a sentir aquello, sonrío. Si, creo que me estoy enamorando. Vuelvo a llamar, ¡Por fin! Y, aunque intento hacerme la enfadada, porque llevaba demasiado tiempo hablando por teléfono, no puedo.
- ¡Hola mi vigilante! - digo casi gritándo -.
- ¿Clara? - me dice el, y lo noto secante, serio, frío -.
- Si, soy yo. ¿Cómo estas?
- Ahorrate todo esto. Estás castigada, y no podrás verme en una semana. 
- ... - me quedo helada, ¿cómo lo sabe? - Si, es eso. Mi madre ayer, me tendió una trampa y...
- Mira, no me vuelvas a llamar más. Y ni muchísimo menos, bajes a mi playa.
- Pero...
Cuelga. Una puñalada en el alma, me atraviesa el corazón. ¿Qué ha pasado? Me falta el aire, me entran tantas ganas de llorar, que ni me salen las lágrimas. Noto como se me enrojecen las mejillas, de quién sabe qué sentimientos. No sé como llamarlos. Rabia, dolor, tristeza, enfado... No sé. Solo sé que me está inundando el cuerpo. Está haciendo que el corazón se me oprima. No puede ser. Busco respuesta a lo que ha podido pasar, pero no la encuentro. ¡Ya la tengo! Marco su número apresuradamente, me lo sé de memoria, la furia empieza a apoderarse de mi, y hace que me tiemblen las manos al marcar. Contesta.
- ¡¿Qué coño has echo?! - le grito a Jenni antes de que le dé tiempo a contestar -.
- ¿Te creías ganadora verdad? - dice con un toque de maldad -.
- Jenni, no me lo puedo creer - le digo abatida - esto no es un juego tia, aquí nadie gana. Se trata de sentimientos, de mis sentimientos. Se supone que soy tu amiga, que te importo. Y me duele perderlo, me duele no saber lo que estará pensando de mí, no saber porque me odia, saber que me odia. Y lo que mas quema, que lo hayas provocado tú.
- ¡Qué bonito! Te aplaudiría si no tuviera una mano ocupada con el teléfono. ¿Cómo puedes ser tan cursi? Solo quiere follarte, entérate...
- Eso es mentira - le corto -.
- Cree lo que quieras. Pero deja de dramatizarlo todo. No estás sintiendo nada, ¿cuantas veces lo has visto? ¿Cinco?
- Tú lo has visto menos. Y mira lo que haces, ¿es solo para joderme Jenni? ¿Es eso lo que buscas? Teniamos un pacto ¿no? Si hubiera sido al contrario, yo lo hubiera cumplido. Alegrarse era el trato. ¿Esa es tu manera de alegrarte?
- No te voy a decir por donde me paso yo el pacto - dice riendo -.
- ¿Qué cojones le has contado para que no me quiera ver?
- ¿No te quiere ver? ¿Eso te ha dicho? - dice tras reirse - Pobre... tiene que estar fatal, ahora me toca a mí consolarlo.
- Zorra... Ni te acerques Jennifer, ni te acerques.
- ¿Que vas a hacer? ¿Partirme el otro brazo?
Cuelgo. No quiero que me escuche llorar, no le quiero dar el gusto. Y yo arrepintiéndome de haberselo contado, por el daño que le habría podido hacer. Y creyendo que así aprendería. Una cosa es segura. No le voy a partir el brazo otra vez. Yo no soy así, ni quiero serlo. Pero, Alejandro es mío. Y tengo que impedir que se acerque a él esa puta. Y de repente, ahora si me dan ganas de llorar. Y lo hago a moco tendido, sin reparar en que mi madre me pueda oir, sin retenciones, sollozando, como si me estubieran matando, como si me estubieran arrancando la piel. Cada lágrima, es un grito de dolor, por él, y por ella. Por el, porque estoy empezando a sentir por primera vez, y es injusto que esto acave así. Y por ella, porque la quiero, y es injusto que me haga esto, no entiendo el por qué. Me tranquilizo intentando pensar que no va a conseguir lo que ella quiere, que lo tengo que impedir, como sea. Pienso en llamar a Alba, pero no es buena idea, ya se lo contare todo, cuando esto haya pasado, ella tiene mucho nervio, es capaz de ir, y no de partirle el otro brazo, si no, las piernas también. Y yo no quiero eso, aunque ganas no me faltan. Y decido llamar a Belén, si, ella es mucho mas pacífica, nunca le gustan las broncas, aunque siempre está dispuesta a ayudar.
- ¿Si? - me contestá -.
- Hola - le digo -.
- ¿Clara?
- Si, soy yo.
- ¡Qué raro! ¿Por qué me llamas desde casa?
Rompo a llorar, y se lo cuento todo, todo. Ella se enfada bastante por la actitud que está cogiendo Jenni conmigo, no la entiende. Y, me tranquiliza, diciendome que mañana por la tarde, bajará para hablar con Alex, y explicarselo todo. Ella quería bajar ahora mismo, pero ya le digo yo que no está. Me complace saber que irá, que no me abandona. Maldita sea mi madre, ¿por qué me tenía que castigar así, y justo ahora? Joder... Y, sin querer, me duermo, quizá por el cansancio acumulado, del estrés, que me ha producido hablar con Jenni. Ahora estoy mucho mejor, mas serena, confiando en Belén. Sabiendo que las cosas se arreglarán, y que, en una semana, o menos, si consigo chantajear a mi madre, podré volver a sentir el aliento de aquel hombre que me tiene embrujada.

lunes, 6 de agosto de 2012

Capítulo 22. Inlocalizable.



Me paso la tarde entera en mi habitación, sin salir. Y, lo que me hace que me sienta extraña es que ni si quiera pienso en lo cabreada que está mi madre, solo tengo cabeza para él, para el chico que de ayer hasta hoy me ha echo sentir tan bien. Se me olvida el castigo. Le mando un mensaje '' Hola chico de los desayunos, mañana me tienes ahí, la primera, ¿a qué hora empieza tu turno? '' Qué tonta soy, ¿por qué no puedo parar de sonreir mientras lo recuerdo? Será amor. Yo que sé. No sé si es amor, o tontería, o capricho, o simplemente nada. Lo único que sé y me importa es que me gusta, que yo le gusto, y que nunca me había sentido así. Feliz, frenética a la vez que serena. Me contesta '' Hola cicha del aroma a vainilla. Mas te vale que seas la primera en venir, o si no, pienso raptarte. A las dos estoy por aquí, pero vente a y cuarto, no quiero que nos vea mi compañero''. Y ahí empieza la primera pega, ¿por qué no quiere que nos vean? ¿Se avergüenza de mi? Mañana lo hablaré con él, por ahora, estoy enfadada y no pienso contestarle más. Mentira, no lo estoy. Pero está bien que me haga la enfadada, si, hasta después de cenar, no tendrá noticias mías. A mi madre no se la escucha en toda la tarde, hasta que, sobre las nueve de la noche me grita un ''Clara, a cenar, y más te vale venir ahora mismo'' ¡Mierda! con toda la tarde que he tenido por delante, y no me he parado a pensar en la escusa que le diría. Casi mejor, Jenni, que está acostumbrada a mentir a sus padres, dice, que nunca planea las escusas, que le salen sobre la marcha, y que esas son las mejores, las mas creíbles. A ver si tiene razón. Cuando bajo, no veo a mis hermanos en la mesa, eso me extraña, y porqué no decirlo, me incomoda también.
- ¿Y los niños? - le pregunto ya sentada frente a ella -.
- Los he dejado un momento en casa de la abuela - me responde desafiante -.
- ... - no sé que decir -.
- Habla.
- ¿Y qué quieres que diga?
- Que con quien has pasado la noche, tú, con quince años, y lo peor, engañándome.
- Mamá.. - ahí va - es Alex, un primo de Belén, pronto es su cumpleaños, y quedamos varios amigos y amigas, para prepararle el regalo, es verdad, que me quedé dormida, pusimos una peli, y estaba cansada. Él chico te mintió, porque era un lío explicarte todo esto, y supuso que no lo creerías. Me enfadé bastante a la mañana siguiente, cuando me dijo que te llamó. Pero lo hizo porque pensó que estarías preocupadísima.
- No sabía que Belén tubiese un primo tan mayor.
- No es tan mayor, solo tiene veintitrés años.
- ¿Solo? ¡Clara, por dios! Que tienes quince, os lleváis ocho años. Y yo diría que tiene más de veintitrés.
- Ya casi tengo los dieciséis, además, no estabamos solos, había mas gente, de mi edad, y no hicimos nada malo.
- Ya...
- Te lo prometo mamá - digo hiriéndome yo sola por mentirle -.
- Está bién, pero sigues castigada, por no habermelo contado cuando te fuiste, y por haberme echo pasar el peor rato de mi vida.
- Pero mamá...
- Y no rechistes, o la semana de castigo se hará un mes - dice levantándose de la mesa - y ahora, cómetelo todo, voy a por tus hermanos.
- No tengo hambre - digo jugueteando con los guisantes -.
- Cómetelo todo he dicho
- No soy una niña.
- Lo eres - dice gritando y dando un portazo -.
En fín, castigada de por vida, hago un esfuerzo por comérmelo todo, pero no me entra más cuando me queda algo menos de la mitad. Lo tiro. Como duele mentirle a una madre así. Que recuerde, es la primera vez que lo he echo. No sé como mi amiga lo puede hacer tan amenudo, aunque sí, llevaba razón, las escusas improvistas son las mejores. Enciendo el ordenador, quiero conectarme para hablar con Belén, necesito contárselo todo. Mientras el ordenador arranca, oigo como llega mi madre con mis hermanos. La conexión Wifii parece apagada, salgo al salón para comprobarlo, sí lo está.
- Mamá, ¿quién a apagado el router? Ahora me va a ir más lento.
- Se me olvidaba, estás castigada una semana, no solo sin salir, si no también sin internet, y sin móvil.
- ¡Qué? No puedes hacer eso.
- Si, si que puedo, soy tu madre. Y quiero el teléfono móvil ahora mismo en mis manos.
- Voy a por el a mi habitación - miento para que me de tiempo a borrar los SMS de Alex -.
- Clara, te lo estoy viendo en el bolsillo.
Se lo doy sin rechistar, paso de empeorar las cosas, aunque antes, lo apago rápidamente. Esos mensajes, serían mi muerte. Muy bien, y ahora ¿qué hago? Mañana he quedado con Alejandro, y no sé cómo diantres voy a avisarlo de que no puedo ir. Y sin querer, me acuerdo de su mensaje ''... o si no, pienso raptarte..'' Ojalá me rapte si, que me secuestre, pero que nadie pague mi rescate. Otra vez esa sonrisa tonta. Me tapo la boca haciendo fuerza, yo sola me doy algo de coraje. Pero no puedo evitarlo, y sonrío más aún. Suspiro. Sí, eso es lo que pasa en las pelis y libros cuando alguien se enamora, que suspiran. Otra vez la misma pregunta. ¿Estaré enamorada? Y yo que sé. Otro suspiro más. Y así, me duermo, pensándo en mi hombre. En su voz, en sus ojos profundos, en lo bonito que se veía el reflejo del mar en ellos.

Capítulo 21. Castigada de por vida.


Pese a estar en la arena, durmiendo, me siento cómoda, mejor que en mi cama. Quizá será porque estoy durmiendo con él, con mi rey. Creo que ni si quiera, mientras duermo, estoy soñado, qué mejor sueño que estar al lado del hombre que tanto me ha echo sentir, con tas pocas veces que lo he visto. Sí, lo he visto muy pocas veces para notar esto tan grande, para notar que el corazón se me acelera cada vez que pienso en él, para sentir tanta rabia y dolor cuando Jenni menciona su nombre. Y yo creyendo, que en este año que llevaba sin verlo, me había olvidado de él, que tonta, en el fondo sabía que no, que eso no era así, pero lo intentaba disfrazar, haciendome creer, que eso solo era un simple recuerdo, pero me equivocaba. Algo de calor me da en la cara, me empiezo a despertar aunque no quiero. Abro los ojos. ¡Mierda! Es de día. ¿Como es podible que haya dormido tanto y se me haya echo tan corto? Aún atontada, me incorporo, debe de ser temprano por la posición del sol. Miro a un lado y a otro, pero no lo veo. No encuentro a Alex por ninguna parte. Seguramente su turno de vigilancia haya acabado, y se haya ido. Será capuyo, mira que dejarme aquí sola...
- ¡Buenos dias princesa! - escucho a lo lejos -.
- Creía que te habías ido - le digo mirándolo bajar por las escaleras -.
- ¿Cómo te voy a dejar sola? Vino Jose para relevarme, pero le dije que tenía ganas de trabajar más.
- ¿Le vas a hacer su turno?
- Por supuesto - me contesta con una sonrisa de oreja a oreja y sentandose a mi lado -.
- Que buen compañero estás echo - digo con ironía -.
- Si estubieras aquí siempre, no me iba a casa ni un instante.
Y me besa. Un beso mañanero, dulce. Me encantan sus labios, la ternura que me transmiten, sus besos lentos, pausados, con cariño. Y, al decirme eso, me han dado ganas de quedarme aquí para siempre, en esta playa. Pero siendo realistas, eso es imposible, mi madre me mataría... ¡Mierda mi madre! Tiene que estar como una loca, le dije que no tardaría, me fuí a las 7 de la tarde, y ya es por la mañana.
- Tengo que llamar a mi madre - le digo levantándome sobresaltada -.
- No te preocupes, ya la he llamado yo - dice sonriendo -.
- ¿Qué? ¿Estás loco? ¡No sabes lo que has echo!
- Tranquila, me hice pasar por el padre de una amiga.
- ¿Y qué nombre le dijiste?
- Busqué en tu agenda, el de María. Es que anoche no paraba de sonarte el móvil, y supuse que estaría preocupada, le dije que te habías quedado dormida viendo una peli.
Uff. Menos mal que está todo. Sí, esta en todo, en genial. Me dice que suba con él a la caseta, que me ha preparado el desayuno. Al entrar, veo que ha movido la mesa de sitio, la ha puesto pegando al ventanal que da al mar. Dos sillas. Dos vasos con zumo, dos vasos de leche, café, y tostadas, con alguna que otra magdalena. Nunca suelo desayunar tanto, pero no le iba a hacer el feo. Pasamos media hora de desayuno entre risas, hablando de nuestras mascotas. Y yo me siento las niña más feliz del mundo con él, hasta que saca el tema.
- ¿Y Jenni? - me dice mordiendo una tostada -.
- ¿Cómo que y Jenni? - le contesto soltando yo la mía -.
- Si, ¿que donde y como está?
- Bien, en su casa supongo.
- ¿Por qué te has puesto tan seria?
- No me he puesto seria - miento -.
- Sí, ya te voy conociendo.
- No, no me conoces de nada.
- ¿Ya empiezas a ser borde? - me dice frunciendo el ceño - ¿por qué te pones así cada vez que te saco algo de Jenni?
- ¿Y tu por qué siempre tienes que joder hablandome de ella?
- ¿Te jode que te hable de tu mejor amiga?
- Me jode que te guste, y que encima me preguntes a mí por ella.
- Clara, ¿quién te ha dicho que me guste?
Suelto brucamente la servilleta en la mesa. Me levanto, y me voy. Bajo a la arena, y empiezo a vestirme y a recoger mis cosas. ¿Cómo que quién me ha dicho que le guste? Pues yo lo he visto con mis propios ojos. Será imbécil. Todabía recuerdo perfectamente la escenita en la que ella filtreaba con él, y el le recogía un mechón de pelo detrás de la oreja. Recuerdo perfectamente esas miraditas. Las mismas que ayer por la tarde tubo conmigo. ¿Por qué tiene que estar ella por todos los lados? En ese momento, me pasa el brazo por detrás de la cintura y me da un beso en la nuca. Yo se lo aparto, y sigo vistiéndome.
- Dime, ¿quién te ha dicho eso?
- Mis ojos - le grito -.
- Por favor, eso no es asi - me dice tranquilo, sereno -.
- Vi, como la mirabas el día de la broma, la mirabas justo como a mí me miraste ayer, si dices que ella no te gusta, yo tampoco entonces.
- Mira, no sé como puedes compararte con ella. Es injusto lo que estás diciendo, si ella me gustara, le habría mandado un mensaje a ella también.
Eso me hace pensar, lleva razón. Me tranquilizo, y me giro hacia él.
- ¿Y por qué la mirabas así entonces? - digo exagerando mi tristeza -.
- Porque no me hacías caso, a ver si así despertaba algo de celos en tí. Y veo que hizo efecto.
- No me puse celosa, ni me he puesto celosa ahora.
- Mientes.
- Idiota...
- Ven - me dice casi susurrándo -.
- Ya estoy aquí - le digo abrazándolo y con los ojos cerrados -.
- No quiero que le tengas celos, eres tú la que me encanta, la que me hechizó desde la primera vez que te ví.
- Mientes...
- Jamás, nadie, me ha echo sentir tanto en tan poco tiempo.
- ...
- No me gusta ir con prisas, pero todo esto ha sido, porque así lo siento, porque así a surgido, y sobre todo, porque no quiero pasar tanto tiempo sin verte como ese año, 2 meses, y 23 días en los que no te ví...
¿Los ha contado? Sí, los ha contado. Eso me gusta, a la vez que me asusta mucho... ¿Será real todo esto? Y nos fundimos en otro beso, esta vez más cálido, más sincero, más... todo. Y me pide que no me vaya, que me quede ahí toda la mañana, con él, y así lo hago. No viene nadie, solo una chica con su perro, pero pronto se vá. Y así pasamos el rato, entre baños en el mar, caricias, besos, risas y juegos de niños. Charlando también un poco, conociéndonos más. Y en la despedida, prometo bajar a verlo al día siguiente, para seguir queriéndolo un poquito más de lo que ya lo hago. Por el camino no puedo parar de pensar en él, ¿y ahora que somos? Novios no. Amigos tampoco. Algo. Sí, somos algo, algo especial, por lo menos por mi parte, por lo menos, así lo siento yo.
Llego a casa, con alegría, con una sonrisa enorme dibujada en mi rostro.
-¡Hola mami! - grito para hacerme notar -.
-¿Hola mami? ¡Tu sabes lo preocupada que me has tenido!
-Lo siento, fui a casa de María, vimos una peli, y me quedé dormida.
- ¿Si? Pues yo he llamado hoy a casa de María para decir que vinieses ya, y su madre me ha dicho que no estabas, y que anoche era imposible que su marido me hubiese llamado, porque su marido, está de viaje.
¡Mierda! ¿Y ella como tiene el teléfono de María? ¡Soy gilipollas! Aver lo que le digo yo ahora...
-¿He dicho María? ¡Qué tonta! En casa de Belén.
- Ya me parecía a mi raro ya, pues no he llamado a casa de nadie, pero te me acavas de delatar tu solita. Vete a tu habitación que estás castigada hasta que a mí me de la gana, y ahora cuando me tranquilice, iré a que me cuentes quien era ese hombre, que anoche me engañó, con el que has dormido, y el que por la voz, parece tu padre.

sábado, 4 de agosto de 2012

Capítulo 20. Con paso firme.

Dolor, coraje, enfado. Un cúmulo de sentimientos llenos de rencor imbade mi cuerpo, mi alma, mi ser, mientras camino con los puños cerrados, a paso ligero pero firme, y con la cabeza alta. En mi cara, un gesto de rabia, va haciendo que la gente me mire, mis ojos sollozan, pero mi pensamiento es contundente: Esta vez no.
Esta vez no me rendiré a sus peticiones, aré lo que me venga en gana, y, aunque, en otras circunstancas, no hubiese decidido ir, me encamino hacia Playa Azul, por el simple echo de que no siempre ella se tiene que salir con la suya... Sé que no es razonable lo que hago, que no es coherente, pero el orgullo puede con mi razón. Llego, mientras bajo por las escaleras para llegar a la cala, voy intentando cambiar m iexpresión y secándome las lágrimas. Llego hasta la caseta, pero no me atrevo a subir. Echo un vistazo, pero no lo veo, estará arriba, ¿como diantres lo puedo avisar?
- Ese olor es irreconocible - dice el saliendo por la puerta -.
- Hola - me sale tímidamente decir -.
- Al final, te has decidido a venir...
- Si, no tenía nada que hacer.
- Gracias - traga saliva - me apetecía mucho estar a solas contigo -.
- Alex, yo...
- Shhhh - me interrumpe - no digas nada.
Me coge de la mano, y me lleva hacia la orilla. Y allí nos quedamos un rato, corto, pero intenso, en silencio, sin hablar, con sus piernas rozandos las mías, sentados, y respirando el olor del mar, sintiendo su suave brisa, el aire fresco... Dicen, que si eres capaz de quedarte en silencio ante una persona desconocida o que conoces de poco, varios segundos, sin estar incómodo, es que hay conexión entre los dos. Pues si eso es cierto, entre Alex y yo la hay.
- Clara... - me dice mirandome a los ojos -.
- Dime - puedo sentir lo tenso que está, a mi, de los nervios, se me seca la boca, pero hay seguridad y firmeza en nuestras miradas-.
- Yo... Quería preguntarte que si tú...
- No preguntes lo que ya sabes - le interrumpo -.
En ese momento, el apega su frente a la mía, y suspira. Y suspiro. Y respiramos nuestro aire, nuestro, solo nuestro. Nos quedamos así unos segundos, con los ojos cerrados, sintiendo nuestras respiraciones. Y yo, empezando a querer.
De repente, una alegría repentita y tonta, me invade mi ser. Y una idea algo infantil, se apodera de mí. Salgo corriendo por la orilla, gritandole un ''Cógeme''. No puedo parar de reir, me encanta esa sensación, la de saber, que detrás de mí, esta corriendo para agarrarme el chico que me lleva gustando algo mas de un año, y por primera vez en mis casi dieciséis, me siento libre, sin verguenzas, sin temores, sin pensar en nadie, ni nada, sin miedos, solo en girar la cabeza para ver por donde va, y reir a carcajadas. Intuyo que me está dejando ganar, él, un socorrista, con ese cuerpo tan atlético, y yo, que de vez en cuando fumo, y nunga hago deporte, aunque mi silueta sea delgada por genética, es imposible que no me haya alcanzado ya, y en ese mismo momento, noto sus brazos rodeándome por detras la barriga, y subiendome hacia arriba, yo no paro de reir, aunque ceso un poco, jadeante por el cansancio. Me deja en el suelo, y me sigue abrazando por detrás, pero algo mas fuerte, sin llegar a hacerme daño, pero lo suficiente como para hacerme sentir algo especial, apoya su cabeza en mi hombro, y esta no vez no suspira, inspira, inspira mi aroma. Y me susurra al odio un ''me encantas''. No puedo evitar el ruborizarme y sentirme frenética, sonrío, y acto seguido, es el el que corre, pero al agua. Me quito lo más rápido que puedo la ropa, e intento alcanzarlo, aunque es imposible. Me hago la enfadada porque no me deja llegar hasta él. Y, sonriendome, abre los brazos, y me espera, yo nado con todas mis fuerzas y de un salto, lo abrazo. Otro abrazo, esta vez más fuerte, mas cariñoso, con mas ternura, me atrevería a decir con más amor. Separo la cabeza de su hombro, y, en menos de un segundo, estoy notando el calor de sus labios, carnosos, suaves. Es mi segundo beso, pero como si fuera el primero, porque en el anterior, no había sentido todo aquello. Una pausa, sonrisas tímidas, abrazos, y otro beso. Siento como su mano se desliza de mi cintura hacia abajo por la espaldas, una situación, que pensaba, que cuando me tocase a mí, sentiria, algún tipo de asco, pero no, era una especie de excitación, de amor, de locura por ese hombre, que aparentaba algo más de su edad real, y que era, irresistiblemente, irresistible.
Salimos del agua, y nos tumbamos en la orilla, el boca arriba, y yo de lado, apoyando mi cabeza en su pecho. Y entonces, es cuando me doy cuenta, de que no siento verguenza ni timidez, por estar en biquini delante e él, y ese pensamiento se vuelve tonto, me siento tonta, pero también me acuerdo de Jenni. Pero no quiero acordarme de ella ahora, no me sale. Y así, con calma, con la mano de Alex acariciando mi espalda, me duermo sin darme cuenta, sintiendo una paz increible en todo mi ser...