sábado, 19 de mayo de 2012

Capítulo 18. Edades confusas. (Primera parte)

Se pasan unos tres o cuatro días que me quedo encerrada en mi casa para recuperarme de tal shock. En esos dias poco pienso en Alejandro, ya que el bloqueo que me produce mi mente ante la situación que viví con aquel cerdo, me impide pensarle.

Es sábado, por la mañana. Y he quedado con Jenni. Ella me ha estado ayudando bastante estos días. Nos dirigimos a la casa donde vive mi hermana, Laura, una mini-yo de tan solo cuatro añitos. La adoro. Al recogerla, no sabemos donde ir, ¿donde acabamos si no? Si, en Playa Azul. Por el camino, Jenni y yo vamos fantaseando con que Alejandro, algún día, se llegue a pillar por alguna de nosotras. Sabemos que eso es imposible.

- No tanto si le soltamos alguna trola -me dice -.
- Sorpréndeme - le contesto -.
- Fácil, tu tienes quince años, y yo catorce, pues nos echamos más edad - dice sonriéndome -.
- Bueno vale, pero solo un añito, yo dieciséis, y tu quince, aunque no creo que nos pregunte.

No me gustan nada las mentiras, pero aquella, era piadosa. Cuando llegamos, mi hermana y Jenni se zambullen en el agua como locas,  yo me quedo tomando el sol. Y de repente, su voz, hablando con alguien, me provoca unos sentimientos tan extraños, algo que nunca he sentido con nadie, y estoy segura de que jamás volveré a sentir, es como estar al borde de un volcán en erupción, y la adrenalina te grite saltar. Lo veo, está un poco más retirado hablando con... ¿Diana? ¡Oh, Dios! Odio esas sonrisas que se echan, pero es imposible que alguien como él se fije en Diana. Y el echo de pensar que sí, que si que es posible, que pueda que el no sea como el resto, me hace sentirme mejor. Me ve, y me saluda con la mano, no tarda en despedirse de ella y acercarse a mí. Se sienta a mi lado.

- ¿Cómo estás?
- Estupenda, ¿no me ves? - digo con aire de superioridad en broma -.
- ¡Claro! Ya me fijé en eso el primer día que te vi.
- ¡Tonto! - me sonrojo -.
- ¿Quien es la renacuaja con la juega Jenni?
- Laura, mi hermana.

Jenni, se había dado cuenta cuando Alejandro se estaba acercando a mí, y me llenó de orgullo y satisfacción por ella, que en lugar de levantarse, me guiñase un ojo, y me hiciese ver que me dejaría a solas con él.

- ¿Cuánto llevas trabajando aquí? - le pregunté -.
- Casi dos años, empecé en Agosto cuando...
- No - le corté - me refiero, a ahora. Jose me dijo hace algo más de un año, que te habías ido para siempre.
- Si, pero al mes volví.

No puede ser, soy idiota, he perdido un año de saber de él. En ese momento me siento estúpida, incluso lo llegué a echar de menos, era tan fácil como bajar a esta playa, él estaba a solo media hora de mi casa. Llega Jenni con mi hermana, la pequeña, se pone a jugar con la arena, a hacer castillos, y Alejandro no duda en jugar con ella, eso me enternece. Me gusta, y mientras, se habla de fútbol. Hasta que llega el momento.

- Por cierto - nos dice - ¿qué edad teníais?
- Clara diecisiete, y yo dieciséis.

No me lo podía creer, ¿por qué Jenni nos echó dos años más? La iba a matar. Él nos dijo que tenía veintitrés. En ese momento noté como su mirada hacia a mi cambió, se volvió serio, vi en su nuez que tragó saliva con fuerza y me miró de arriba a abajo. ¿Qué querría decir aquella reacción de él?

No hay comentarios:

Publicar un comentario