miércoles, 23 de mayo de 2012

Capítulo 19. El final de siempre.

''Bien, aburrido, sabes? No sé porqué pero estos 4 días que llevo sin verte se me están haciendo eternos.. Hoy estoy de tardes..bajas?''

¡¿Qué?! ¿Era un sueño? No, ya que mi madre estaba gritándole a mis hermanos, como siempre. Algo más, algo más que aquel mariposeo, que aquel vértigo que acaba de sentir, era un nudo en el estómago, una sensación inexplicable, una sensación que pocas veces volví a sentir tan fuerte. Locura. Sí, eso, me estaba volviendo loca, no podía ser. ¿Cómo él... de mi? Imposible, si era el hombre perfecto, y yo... la chica de instituto del montón, tirando a fea, o así me sentía yo. Quizás se había equivocado de chica, quizá era a otra Clara, sí, era eso seguro. Y esa sensación de embriagadez de locura y felicidad, se apagó en un instante. ''Alejandro, creo que te confundes de persona''. Enviado. Sí, y mientras contestaba, iba analizando la situación. Qué puta casualidad, que haya otra Clara, y que sean justo cuatro días los que lleva sin verla. ''Clara. Sólo conozco a una persona con un nombre tan precioso''. ¡No! Otra vez ese arrebato. No sabía qué contestar, y, para mi arrepentimiento, mi respuesta fue absurda ''Tu también tienes un nombre muy bonito'' ¡Seré gilipollas! ¡Bah, qué mas da! Y me puse a dar saltos en la cama, como una loca, escuchando música a todo volumen. No me lo podía creer, no me lo podía creer. Llamé a Belén, para pedirle consejo, no sabía si debía contárselo así, con este estado de felicidad a Jenni. Mientras hablaba con Belén, me iba mensajeando con Alejandro. Nada importante, me contaba que estaba limpiando su casa, que vivía solo, que estaba harto de esa playa, que no iba nadie, y la poquita gente que iba, eran gamberros para liarla, y, en vez de de socorrista, tenía que ejercer de guardia de seguridad. Yo no paraba de reír, parecía tonta. Y yo le conté más de lo mismo, que estaba harta también de los libros que los quería dejar ya, y el me aconsejaba que siguiera estudiando. Mi amiga, me dijo que lo mejor sería que llamase a Jenni, ya que tarde o temprano se enteraría, y sería peor que se enterase tarde, pero que se lo dijese con calma, y sin chillar, como lo estaba haciendo con ella. Y lo hice.

- ¿Si?
- ¡Hola Jenni! ¿Que haces?
-¡ Hola! Pues aquí, tomando el sol un poquito.
- Que envidia me das zorra.
- Te hubieras venido - me dice riendo -.
- Claro, y que mi madre me iba a dejar.
- Te escapas. ¿Y tú?
- ¿Y yo qué? - me puse tontamente nerviosa -.
- Clara, que qué haces hija, que pareces tonta.
- Pues nada, aquí...
- Venga suéltalo.
- ¿El qué?
- ¡Clara! Te conozco, ¿recuerdas? - ríe - venga cuenta.
- ¿Te acuerdas que hace un rato te he llamado porque Alejandro me había dado un toque?
- Si - me dice algo seria -.
- Nos hemos mensajeado.
- ¡Que bien!
- Vamos Jenni, no te enfades, a empezado él.
- ¿Que te ha dicho?
- Nada, tonterías.
- Cuéntamelo ya.
- Que se le han hecho eternos estos cuatro días que lleva sin verme.
- ¿Qué más?
- Nada más.
- Clara...
- Está bien, y que tengo el nombre precioso. ¡Ah, si! Y que si bajaba esta tarde a verlo.
- No irás ¿verdad?
- No sé.
- ¡Joder Clara! ¡Hicimos un pacto!
- Y lo estás incumpliendo, no te deberías enfadar.
- No me enfado, pero si bajas, estaríamos en desigualdad de condiciones.
- ¿Y? El primer paso ya lo ha dado conmigo. Se supone que ahora tu te debes de retirar, y alegrarte.
- No vas a bajar. Y te voy a decir el porqué. Es muy raro que no se haya fijado en mí. A ido a por ti, y ¿sabes por qué? Porque nada bueno se trae entre manos, te puede hacer algo.
- ¿Perdona? ¿Es raro que se haya fijado en mi? ¿Y tu te haces llamar amiga? Eso es lo único que te importa, y te la suda que me paso algo, no quieres que nos veamos a solas, y no tengo porqué hacerte caso.
- Jenni, si te atreves a bajar, a mi no me diriges la palabra en tu vida, ¿me oyes? - dice justo antes de colgarme, sin darme tiempo a contestarle -.

En ese momento, me llegó otro mensaje de él ''Quiero verte, necesito ver tu sonrisa'' . Qué injusta que estaba siendo mi amiga. No, no era amiga, o si. No sé. Solo sé, que la quiero mucho, pero que también tengo ganas de ir, o no, tampoco lo sé. Pienso. Si ella no me hubiese dicho todo esto ¿hubiese bajado? Tal vez sí, y tal vez no. Pero, no puedo arriesgar mi amistad, por un chico, por un hombre. Y con ese pensamiento, apago la mini-cadena, y me hundo en mi almohada hecha un mar de lágrimas. Siempre acabo perdiendo, siempre.

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