sábado, 4 de agosto de 2012

Capítulo 20. Con paso firme.

Dolor, coraje, enfado. Un cúmulo de sentimientos llenos de rencor imbade mi cuerpo, mi alma, mi ser, mientras camino con los puños cerrados, a paso ligero pero firme, y con la cabeza alta. En mi cara, un gesto de rabia, va haciendo que la gente me mire, mis ojos sollozan, pero mi pensamiento es contundente: Esta vez no.
Esta vez no me rendiré a sus peticiones, aré lo que me venga en gana, y, aunque, en otras circunstancas, no hubiese decidido ir, me encamino hacia Playa Azul, por el simple echo de que no siempre ella se tiene que salir con la suya... Sé que no es razonable lo que hago, que no es coherente, pero el orgullo puede con mi razón. Llego, mientras bajo por las escaleras para llegar a la cala, voy intentando cambiar m iexpresión y secándome las lágrimas. Llego hasta la caseta, pero no me atrevo a subir. Echo un vistazo, pero no lo veo, estará arriba, ¿como diantres lo puedo avisar?
- Ese olor es irreconocible - dice el saliendo por la puerta -.
- Hola - me sale tímidamente decir -.
- Al final, te has decidido a venir...
- Si, no tenía nada que hacer.
- Gracias - traga saliva - me apetecía mucho estar a solas contigo -.
- Alex, yo...
- Shhhh - me interrumpe - no digas nada.
Me coge de la mano, y me lleva hacia la orilla. Y allí nos quedamos un rato, corto, pero intenso, en silencio, sin hablar, con sus piernas rozandos las mías, sentados, y respirando el olor del mar, sintiendo su suave brisa, el aire fresco... Dicen, que si eres capaz de quedarte en silencio ante una persona desconocida o que conoces de poco, varios segundos, sin estar incómodo, es que hay conexión entre los dos. Pues si eso es cierto, entre Alex y yo la hay.
- Clara... - me dice mirandome a los ojos -.
- Dime - puedo sentir lo tenso que está, a mi, de los nervios, se me seca la boca, pero hay seguridad y firmeza en nuestras miradas-.
- Yo... Quería preguntarte que si tú...
- No preguntes lo que ya sabes - le interrumpo -.
En ese momento, el apega su frente a la mía, y suspira. Y suspiro. Y respiramos nuestro aire, nuestro, solo nuestro. Nos quedamos así unos segundos, con los ojos cerrados, sintiendo nuestras respiraciones. Y yo, empezando a querer.
De repente, una alegría repentita y tonta, me invade mi ser. Y una idea algo infantil, se apodera de mí. Salgo corriendo por la orilla, gritandole un ''Cógeme''. No puedo parar de reir, me encanta esa sensación, la de saber, que detrás de mí, esta corriendo para agarrarme el chico que me lleva gustando algo mas de un año, y por primera vez en mis casi dieciséis, me siento libre, sin verguenzas, sin temores, sin pensar en nadie, ni nada, sin miedos, solo en girar la cabeza para ver por donde va, y reir a carcajadas. Intuyo que me está dejando ganar, él, un socorrista, con ese cuerpo tan atlético, y yo, que de vez en cuando fumo, y nunga hago deporte, aunque mi silueta sea delgada por genética, es imposible que no me haya alcanzado ya, y en ese mismo momento, noto sus brazos rodeándome por detras la barriga, y subiendome hacia arriba, yo no paro de reir, aunque ceso un poco, jadeante por el cansancio. Me deja en el suelo, y me sigue abrazando por detrás, pero algo mas fuerte, sin llegar a hacerme daño, pero lo suficiente como para hacerme sentir algo especial, apoya su cabeza en mi hombro, y esta no vez no suspira, inspira, inspira mi aroma. Y me susurra al odio un ''me encantas''. No puedo evitar el ruborizarme y sentirme frenética, sonrío, y acto seguido, es el el que corre, pero al agua. Me quito lo más rápido que puedo la ropa, e intento alcanzarlo, aunque es imposible. Me hago la enfadada porque no me deja llegar hasta él. Y, sonriendome, abre los brazos, y me espera, yo nado con todas mis fuerzas y de un salto, lo abrazo. Otro abrazo, esta vez más fuerte, mas cariñoso, con mas ternura, me atrevería a decir con más amor. Separo la cabeza de su hombro, y, en menos de un segundo, estoy notando el calor de sus labios, carnosos, suaves. Es mi segundo beso, pero como si fuera el primero, porque en el anterior, no había sentido todo aquello. Una pausa, sonrisas tímidas, abrazos, y otro beso. Siento como su mano se desliza de mi cintura hacia abajo por la espaldas, una situación, que pensaba, que cuando me tocase a mí, sentiria, algún tipo de asco, pero no, era una especie de excitación, de amor, de locura por ese hombre, que aparentaba algo más de su edad real, y que era, irresistiblemente, irresistible.
Salimos del agua, y nos tumbamos en la orilla, el boca arriba, y yo de lado, apoyando mi cabeza en su pecho. Y entonces, es cuando me doy cuenta, de que no siento verguenza ni timidez, por estar en biquini delante e él, y ese pensamiento se vuelve tonto, me siento tonta, pero también me acuerdo de Jenni. Pero no quiero acordarme de ella ahora, no me sale. Y así, con calma, con la mano de Alex acariciando mi espalda, me duermo sin darme cuenta, sintiendo una paz increible en todo mi ser...

No hay comentarios:

Publicar un comentario