lunes, 6 de agosto de 2012

Capítulo 22. Inlocalizable.



Me paso la tarde entera en mi habitación, sin salir. Y, lo que me hace que me sienta extraña es que ni si quiera pienso en lo cabreada que está mi madre, solo tengo cabeza para él, para el chico que de ayer hasta hoy me ha echo sentir tan bien. Se me olvida el castigo. Le mando un mensaje '' Hola chico de los desayunos, mañana me tienes ahí, la primera, ¿a qué hora empieza tu turno? '' Qué tonta soy, ¿por qué no puedo parar de sonreir mientras lo recuerdo? Será amor. Yo que sé. No sé si es amor, o tontería, o capricho, o simplemente nada. Lo único que sé y me importa es que me gusta, que yo le gusto, y que nunca me había sentido así. Feliz, frenética a la vez que serena. Me contesta '' Hola cicha del aroma a vainilla. Mas te vale que seas la primera en venir, o si no, pienso raptarte. A las dos estoy por aquí, pero vente a y cuarto, no quiero que nos vea mi compañero''. Y ahí empieza la primera pega, ¿por qué no quiere que nos vean? ¿Se avergüenza de mi? Mañana lo hablaré con él, por ahora, estoy enfadada y no pienso contestarle más. Mentira, no lo estoy. Pero está bien que me haga la enfadada, si, hasta después de cenar, no tendrá noticias mías. A mi madre no se la escucha en toda la tarde, hasta que, sobre las nueve de la noche me grita un ''Clara, a cenar, y más te vale venir ahora mismo'' ¡Mierda! con toda la tarde que he tenido por delante, y no me he parado a pensar en la escusa que le diría. Casi mejor, Jenni, que está acostumbrada a mentir a sus padres, dice, que nunca planea las escusas, que le salen sobre la marcha, y que esas son las mejores, las mas creíbles. A ver si tiene razón. Cuando bajo, no veo a mis hermanos en la mesa, eso me extraña, y porqué no decirlo, me incomoda también.
- ¿Y los niños? - le pregunto ya sentada frente a ella -.
- Los he dejado un momento en casa de la abuela - me responde desafiante -.
- ... - no sé que decir -.
- Habla.
- ¿Y qué quieres que diga?
- Que con quien has pasado la noche, tú, con quince años, y lo peor, engañándome.
- Mamá.. - ahí va - es Alex, un primo de Belén, pronto es su cumpleaños, y quedamos varios amigos y amigas, para prepararle el regalo, es verdad, que me quedé dormida, pusimos una peli, y estaba cansada. Él chico te mintió, porque era un lío explicarte todo esto, y supuso que no lo creerías. Me enfadé bastante a la mañana siguiente, cuando me dijo que te llamó. Pero lo hizo porque pensó que estarías preocupadísima.
- No sabía que Belén tubiese un primo tan mayor.
- No es tan mayor, solo tiene veintitrés años.
- ¿Solo? ¡Clara, por dios! Que tienes quince, os lleváis ocho años. Y yo diría que tiene más de veintitrés.
- Ya casi tengo los dieciséis, además, no estabamos solos, había mas gente, de mi edad, y no hicimos nada malo.
- Ya...
- Te lo prometo mamá - digo hiriéndome yo sola por mentirle -.
- Está bién, pero sigues castigada, por no habermelo contado cuando te fuiste, y por haberme echo pasar el peor rato de mi vida.
- Pero mamá...
- Y no rechistes, o la semana de castigo se hará un mes - dice levantándose de la mesa - y ahora, cómetelo todo, voy a por tus hermanos.
- No tengo hambre - digo jugueteando con los guisantes -.
- Cómetelo todo he dicho
- No soy una niña.
- Lo eres - dice gritando y dando un portazo -.
En fín, castigada de por vida, hago un esfuerzo por comérmelo todo, pero no me entra más cuando me queda algo menos de la mitad. Lo tiro. Como duele mentirle a una madre así. Que recuerde, es la primera vez que lo he echo. No sé como mi amiga lo puede hacer tan amenudo, aunque sí, llevaba razón, las escusas improvistas son las mejores. Enciendo el ordenador, quiero conectarme para hablar con Belén, necesito contárselo todo. Mientras el ordenador arranca, oigo como llega mi madre con mis hermanos. La conexión Wifii parece apagada, salgo al salón para comprobarlo, sí lo está.
- Mamá, ¿quién a apagado el router? Ahora me va a ir más lento.
- Se me olvidaba, estás castigada una semana, no solo sin salir, si no también sin internet, y sin móvil.
- ¡Qué? No puedes hacer eso.
- Si, si que puedo, soy tu madre. Y quiero el teléfono móvil ahora mismo en mis manos.
- Voy a por el a mi habitación - miento para que me de tiempo a borrar los SMS de Alex -.
- Clara, te lo estoy viendo en el bolsillo.
Se lo doy sin rechistar, paso de empeorar las cosas, aunque antes, lo apago rápidamente. Esos mensajes, serían mi muerte. Muy bien, y ahora ¿qué hago? Mañana he quedado con Alejandro, y no sé cómo diantres voy a avisarlo de que no puedo ir. Y sin querer, me acuerdo de su mensaje ''... o si no, pienso raptarte..'' Ojalá me rapte si, que me secuestre, pero que nadie pague mi rescate. Otra vez esa sonrisa tonta. Me tapo la boca haciendo fuerza, yo sola me doy algo de coraje. Pero no puedo evitarlo, y sonrío más aún. Suspiro. Sí, eso es lo que pasa en las pelis y libros cuando alguien se enamora, que suspiran. Otra vez la misma pregunta. ¿Estaré enamorada? Y yo que sé. Otro suspiro más. Y así, me duermo, pensándo en mi hombre. En su voz, en sus ojos profundos, en lo bonito que se veía el reflejo del mar en ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario